sábado, 20 de febrero de 2010

RECUERDOS, VIVENCIAS Y SENTIMIENTOS DE UN HERMANO DE PASO DE “LA CAÍDA”.

Al haber abierto hace casi tres años, con ilusión, entusiasmo y cariño una página web a nuestro querido paso de “La Caída”, el hermano de ella Valentín Estanislao Sesma Berhó, familiar de nuestro entrañable Sr. Pepe (d.e.p), he querido colaborar en la misma con unas páginas en las que reseño algunos hechos y anécdotas, algunas de éstas de carácter intimista, así como unas opiniones sobre el aspecto benéfico-social en el seno de nuestras cofradías, buena parte de ello conocido por mis compañeros, los hermanos de paso.
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No fui un semanasantero de cuna y por eso no mamé la Semana Santa desde la niñez. Mis padres, católicos practicantes, aunque les gustaba ver las procesiones no eran apasionados de ella.
De aquellos años difíciles de comienzos de los/50 recuerdo los Domingos de Ramos en los que iba con mis padres a ver la procesión de “La Borriquita”, así como al atardecer de ese día el traslado del Nazareno de San Frontis a su paso por el Puente de Piedra, pues vivíamos muy cerca de allí en la c/ La Plata. Mucho tiempo después, al comenzar los/90, por el sentimiento que me quedó grabado de ese Nazareno, fui durante unos cuantos años hermano de paso del Jesús del Vía Crucis cuando se puso de nuevo a hombros.
Pero volviendo a las procesiones de aquellos años, ¡cómo no! recordar las del Jueves y Viernes Santo. Después de verlas íbamos mis padres y yo a merendar el bacalao al ajo al arriero al “Bar Chillón” y alguna que otra cosa en “La Golondrina”, bares que estaban en los alrededores de San Juan.
Pocos años después comencé a salir con los amigos a ver las procesiones y cuando tenía trece o catorce años ya quería hacerme cofrade de “La Congregación”, pero mi padre era reacio y siempre me repetía este dicho: “No te metas en porfías ni tampoco en cofradías”. Definitivamente al cumplir los 18 años se lo pedí con insistencia y accedió a ello. Fue en el año 1.963 y toda la ilusión que tenía por salir se truncó en desilusión pues justo aquel año (como ha vuelto a ocurrir el pasado año 2.009) no salió la procesión. Jarreó agua de lo lindo y se estuvo esperando para ver si dejaba de hacerlo hasta las siete de la mañana, hora en que definitivamente se suspendió la procesión. Momentos antes “El Cinco de Copas” bailó la marcha de Thalberg en San Juan, acto que presencié con unos cuantos cofrades amigos míos.
Desde entonces podría decirse que poco a poco me he ido haciendo semanasantero, sintiendo y queriendo año tras año, cada vez más, nuestra Semana Santa.
Así pasaron unos pocos años en los que salí en la fila con la túnica y la cruz pero cuando tenía veinticuatro o veinticinco años hice una promesa al estar enferma mi madre y quise cargar aquel año en un paso.
A través de un conocido contacté unos días antes de la Semana Santa con el Jefe de Paso de “La Desnudez” y me presenté en el museo de Semana Santa, sacándolo hasta los alrededores de San Juan cinco o seis hermanos menos. Allí fueron llegando los hermanos que faltaban y aunque el Jefe de Paso le dijo a uno que cargaba yo por haber sacado el paso del museo le dije que no quería causar problemas, que no se preocupara y que lo haría el año próximo.
Estando en estas, junto a la iglesia de San Juan, me crucé con Eduardo “Rarry”, vecino de los Bloques donde vivía yo entonces, el cual iba enfadado diciendo: ¡siempre igual, nunca estamos todos!. Ante esto le dije: Eduardo, ¿necesitáis gente para cargar?. Sí, Pepe, díselo a “París” el Jefe de Paso de “La Caída” que seguro que cargas. Se lo dije y como faltaba algún hermano cargué. La verdad, al estar ya colocadas las filas me tocó un sitio demasiado atrás y sudé lo suyo pero pronto, a pesar del esfuerzo y que a ratos pesaba mucho, me pareció aquello otra cosa, algo muy distinto a lo que había vivido en la fila. El espíritu de sacrificio, de camaradería y de compañerismo se percibe enseguida y en cuanto llevas unos años bajo los banzos te va calando y se acrecienta, saliendo entonces de tus labios con convicción esa hermosa palabra: hermano.
Finalizada la procesión fuimos a almorzar el bacalao al “Restaurante Pozo” y al terminar le dije al Sr. Andrés Hurtado “París” que si me podía apuntar al paso para cargar. ¡Claro que sí!, me dijo. Y como aquel año hubo alguna baja fui al año siguiente el último titular. ¡Qué distinto a lo que ocurre desde mediados de los años/80! al ver ahora el numeroso grupo de hermanos suplentes deseosos de cargar y que en ocasiones se cansan de tanto esperar.
Recuerdo de aquellos años, desde el año 70 al 80 al gran Jefe de Paso Andrés Hurtado “París” con el que teníamos la reunión de la Cuaresma en el “Bar Pino” en la c/ Sacramento. Entonces no había “Cena de Hermandad” y con unas botellas de vino, unos cacahuetes y unas aceitunas teníamos bastante.
Desde que estoy en la cofradía he tenido la ilusión y la suerte de asistir a todas las Asambleas de “La Congregación”, excepto en el año/87 en que no pude hacerlo por estar ingresado en el clínico a causa de una operación. De entre ellas me acuerdo (creo que fue en el Seminario) de la Asamblea en la que nuestro Jefe de Paso Sr. Andrés Hurtado “París”, fue elegido Presidente de la cofradía por fallecimiento del anterior Presidente el Sr. Macario Delgado, al cual unos años, durante su enfermedad, le bailábamos el paso al volver, al llegar al comienzo de la c/ Renova. Desgraciadamente Andrés Hurtado “París” falleció unos meses después repentinamente, siendo sustituido como Jefe de Paso por José Ferrero Berhó ,“Sr. Pepe”, desde el año/81 hasta comienzos del año/98 en el que por enfermedad tuvo que dejarlo. Ese mismo año se le homenajeo durante la Cena de Hermandad, a la que asistió muestro Presidente, Eduardo Pedrero, así como algún Jefe de Paso. El Sr. Pepe falleció el 30 de Abril del año 2.003.
Ambos han sido y serán recordados como dos excepcionales e irrepetibles Jefes de Paso de “La Caída”.
Desde que cogió las riendas el Sr. Pepe el lugar del almuerzo del bacalao el Viernes Santo y bastantes años después también la “Cena de Hermandad” se tuvo en el “Restaurante España” hasta su cierre hace unos pocos años. A su dueña, Casilda, los hermanos de paso en el año/97 le entregamos una placa homenaje como recuerdo de todos nosotros.
De aquellos años, aunque iba debajo del paso, recuerdo la “antigua e irrepetible Reverencia” que vi por primera vez a los seis o siete años con mis padres y unos familiares que vinieron de Madrid y que tanto emocionaba a los que la presenciaban, pero que a causa del aumento de cofrades se cambió por la actual que en mi opinión, tal y como lo expresé en la asamblea de “La Congregación” en el año/97, se parece más a una revista militar y está falta de aquella honda sensación.
También he de citar, simplemente para señalarlo y sin ánimo de polemizar, esto es totalmente cierto, lo ocurrido en la procesión del año/85.
A causa de la lluvia que según parece caía en La Farola donde estaba “La Soledad” se ordenó que los pasos no dieran la vuelta a la Plaza Mayor y así lo hizo “El Cinco de Copas”. Ante el revuelo que se estaba formando en la Plaza Mayor, porque la gente apiñada en toda ella comenzaba a abandonar el lugar que ocupaban, “La Caída” hizo fondo junto al Ayuntamiento Viejo y no comprendíamos lo de la lluvia pues allí no caía ni una sola gota. Después de unos minutos de nerviosismo, confusión y con los ánimos enfervorizados, ante la pregunta ¿qué vamos a hacer? el Jefe de Paso y los hermanos decidimos, en una gran mayoría, el dar la vuelta a la Plaza Mayor y después lo hicieron los demás pasos. Ello motivó, como era lógico, el enfado del hermano Abad al desobedecer sus órdenes y días más tarde ser convocados los hermanos de paso a una reunión con la Junta Directiva para dar explicaciones de todo lo sucedido.
Igualmente es digno de reseñar que en el año 1.989 con motivo del Centenario de la muerte de D. Ramón Álvarez (25 de Abril de 1.889), hubo una magna exposición de sus obras en la Catedral, para lo que fueron llevadas a ella las imágenes sin las mesas y el día 18 de Abril de ese año también todos los pasos de nuestro insigne imaginero, siendo “La Caída” el único que fue llevado a hombros desde el Museo de Semana Santa. La entrada en la Catedral fue bastante dificultosa pues el paso prácticamente rozaba con los marcos de la puerta y se tuvo que entrar muy lentamente. Ver allí “La Caída” es casi irrepetible.
¿ Y el almuerzo de las sopas de ajo ?. Es otro momento de tradición, de alegría y camaradería en nuestra querida procesión.
Recuerdo de manera especial aquellos primeros años desde que comencé a cargar en que las comíamos en un garaje de la entonces c/ Héroes de Toledo, que nos dejaban por la amistad que tenía con los dueños el hermano Isidoro (d.e.p). Al llegar la procesión a la mitad de las Tres Cruces salían dos hermanos para ir a por las sopas que nos las hacía el Bar Sevilla, cogiendo cada uno una de las asas de la gran perola.
Un año fue precisamente Isidoro el que nos dijo al hermano Felicísimo (d.e.p) y a mí que fuéramos nosotros a buscarlas pues nunca lo habíamos hecho. Generalmente lo hacía Angelito “El Puti”(d.e.p) y otro hermano de las últimas filas.
Después, a partir de casi finales de los años ochenta, las hemos comido en varios bares y desde hace unos años lo hacemos en el “Bar la Liebre” de la c/ la Amargura”.
Otro momento digno de mencionar es la “Entrada al Museo”, donde, en un último esfuerzo, al son de la música de esa marcha final, nos recreamos y dedicamos el baile al público allí congregado pero sobre todo a nosotros mismos. Y al terminar, ya en el museo, después de darnos un fuerte abrazo, nos decimos: ¡Salud y hasta el año que viene, hermano!.
Y a comienzos del año/98, al tener que dejar su puesto el Sr. Pepe a causa de su enfermedad, me propuso la Junta Directiva de “La Congregación” como Jefe de Paso, siendo refrendado por los hermanos, habiendo sido para mí los años como hermano de paso y desde ese mismo año como Encargado un orgullo y un honor, así como una especial responsabilidad desde que ocupo este cargo. También lo fue cuando en el año 2.001, coincidiendo con el 350 Aniversario de la Congregación, hice la Mayordomía.
Hasta el año/75 “La Caída” llevaba otra mesa en la que íbamos 32 hermanos. Desde el año/76 lleva la mesa actual, uno de los mejores trabajos del gran tallista de Olivares Julián Román “Alito”, al que con motivo de su fallecimiento ocurrido en el año 2.001 estuvimos una representación de los hermanos de paso acompañando a sus familiares en su dolor, entregándoles como recuerdo de todos nosotros un ramo de flores.
Durante unos años, a pesar de ser la mesa más amplia que la anterior siguieron cargando 32 hermanos pero después pasaron a cargar los 36 de la actualidad. Estos 36 hermanos junto con el Jefe de Paso forman la plantilla de titulares, habiendo 34 suplentes, gran parte de ellos hijos de titulares. A estos últimos el más sincero agradecimiento de todos los demás hermanos que componemos el Grupo por su paciencia e ilusión al permanecer en su puesto a pesar de lo difícil que es poder cargar, teniendo edad para ello buena parte de ellos. Asimismo forman parte del Grupo unos cuantos Hermanos Honoríficos al haber llegado a esa condición después de haber cumplido la edad reglamentaria para cargar (alguno lo ha sido antes por enfermedad) y que han querido seguir vinculados al grupo en el resto de los actos del mismo. A ellos se les ha hecho entrega de una placa de homenaje como muestra de gratitud y reconocimiento de todos los hermanos por sus años como cargadores.
Como ya he dicho el espíritu de hermandad se nota y se siente de un modo especial bajo los banzos de un paso, siendo el momento más emotivo para nosotros aquel en que en el último fondo antes de levantar para iniciar esa vuelta a la Plaza Mayor, que para mí en la actualidad es el momento culminante de la procesión y en la que todos los hermanos dan lo mejor de si mismos, rezamos ese Padrenuestro en recuerdo de los hermanos que nos precedieron y que ya no están con nosotros. Pero también hay ratos duros y sacrificados en los que hay que apretar los machos y meter los riñones pues el paso va pesando mucho. En esos momentos difíciles, sacando fuerzas de flaqueza, hay que cerrar los ojos unos instantes y tener un único pensamiento: el orgullo de llevar sobre nuestros hombros a nuestro venerado Jesús de “La Caída”, que tiene la cara más bonita de toda nuestra Semana Santa.
¡No, no me ciega la pasión al decir eso!. Mirad lo escrito por el profesor Miguel Angel Mateos en el año/86 (cuando se declaró la Semana Santa de Interés Turístico Internacional), en la revista “Semana Santa, Zamora” que editó el Ayuntamiento de Zamora: “No existe, que sepamos, en toda la imaginería española a lo largo de su historia desde finales del gótico hasta el siglo XIX una imagen más bella, más armónica, más sensible y más lograda como el rostro inigualable del Nazareno de La Caída”.
Y sobre el aspecto benéfico-social en las cofradías mi sentir es éste: Es primordial en nuestra Semana Santa preservar la mezcla de los valores de la religiosidad popular y de la tradición, pero también tenemos que ahondar, revitalizar y fortalecer en el seno de nuestras cofradías los valores fundamentales de la fraternidad y solidaridad tanto en el aspecto humanitario como en el material, sobre todo entre los hermanos y conciudadanos que estén pasando por dificultades y no escudarnos que para eso están CARITAS y las O.N.Gs pero no las cofradías. Todas ellas, no nos engañemos, tienen y deben participar en ese camino de solidaridad. Por esto he luchado desde hace once años y nunca me arrepentiré de haberlo hecho pues creo que merece la pena.
En una entrevista en la prensa local en el año /99, después de haber leído días antes en la Asamblea de “La Congregación” de aquel año el escrito “Iniciar un nuevo camino”, decía: “La Semana Santa tiene pendiente la asignatura de la solidaridad”. Y entre líneas continuaba: Me pregunto si de verdad el espíritu de la Semana Santa se inicia en el traslado del Nazareno de San Frontis y acaba en el Encuentro. No podemos guardar ese espíritu en un arcón junto con los hachones y las túnicas si queremos que nuestras cofradías estén auténticamente vivas durante todo el año, manteniendo el espíritu de generosidad que nos enseñó Jesús en la Última Cena, mirando por los más necesitados que bien pudieran estar entre nuestros propios hermanos. Y en el segundo titular figuraba: “Las Cofradías deberían crear una fundación para labores sociales”.
Pero sobre todo están estas maravillosas y esclarecedoras palabras con las que me apoyaba un hermano en esta tarea: “No debemos entender las cofradías como unas entidades que olvidando las motivaciones que impulsaron su fundación desde los tiempos bajo-medievales renuncien al ejercicio de la caridad cristiana. La solidaridad con el hermano necesitado, porque en él vemos el rostro de Cristo sufriente, debe ser el fundamento que sostenga la vida cotidiana de nuestras cofradías. Ciertamente los tiempos son distintos y la caridad requiere unos planteamientos adecuados a las circunstancias del mundo que nos toca vivir, pero necesidades hay y seguirá habiendo”.
Por último quiero, a través de estas líneas, rendir un homenaje y hacer llegar una oración por aquellos hermanos de “La Caída” que desde que estoy en el paso nos dejaron para siempre: nuestros Jefes de Paso Andrés Hurtado “París” y José Ferrero “Sr. Pepe”, así como los hermanos Angel, Angel Tejero “El Puti”, Zunzunegui, Calleja, Isidoro, Antonio, Felicísimo y Fonsi, que dieron lo mejor de si mismos bajo los banzos de nuestro querido paso de “La Caída” y a cuyo Jesús, bien que lo sé, siempre veneraron y tuvieron presente en sus pensamientos.
Recibid un abrazo de vuestro hermano en Jesús.



José Hernández Rodríguez.
Jefe de Paso de “La Caída”.
Cuaresma del 2.010.

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